La cabalgata tenebrosa by Otrova Gomas

autor:Otrova Gomas [Otrova Gomas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Humor
ISBN: 9789801289067
editor: Ediciones Oox
publicado: 2016-09-04T23:00:00+00:00

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CAPÍTULO XV

LA LUZ QUE AGONIZA

ESTANISLAO MÓRULA no era un ministro cualquiera. Siempre simpático, eterno trasmisor de guiños y cumplidos, no fue nombrado para su cargo por recomendación de algún amigo del presidente, ni presión de generales siniestros o miembros de las fuerzas económicas que gobiernan tras mampuestos.

Como cosa curiosa, su designación no constaba en algún documento oficial, ni su ministerio figuraba en la lista de los que constituían el poder ejecutivo de Luxaria. Era Ministro Invisible, el aparato secreto del partido para descubrir negocios posibles a favor de la organización y algunos de sus altos dignatarios. Algo frecuente en la mayor parte de países donde la deshonestidad administrativa, el populismo, y los privilegios para altos empleados oficiales, forman parte de los derechos impresos en tinta invisible en sus constituciones. Y su elección, fue por ganar en la lotería interna que se hizo entre los que ofrecían perspectivas más apetitosas y disimuladas para el aparato de gobierno.

Había nacido cuarenta años atrás en la Pecunia, una región fitogeográfica cercana a la pradera, conocida por ser el sitio donde más abundan los lagartos, y que junto al mapurite perfumado ha hecho tan conocida a la provincia de Nila, al sur de Luxaria. A los doce años, y para sorpresa de sus padres, una mañana abandonó la escuela y les dijo que ya sabía leer y escribir y no iba a estudiar más porque quería ser ladrón. Enfurecida, la madre le pegó en la boca y, por su renuencia a ir a al colegio, lo castigaron por tres años, en los que no pudo salir a la calle, ver televisión ni hablar con nadie. Pero en lugar de molestarse, el muchacho no los tomaba en cuenta. Se sonreía con los castigos y, todo el día cantaba y practicaba las distintas formas de robo que afloraban en su joven imaginación, entre otras, el hurto de carteras, de comida y todo lo que podía apropiarse en su casa y la de los vecinos.

Al cumplir dieciséis años, el padre, comprendiendo que era inútil el castigo y apegado a la idea de que a los hijos hay que dejarlos que hagan su propia vida, un día le dijo:

—Mira, Estanislao, si eso es lo que te gusta, pues hazlo. Pero para que no seas un ratero de segunda, voy a ayudarte. En este mundo todo sirve si se es bueno.

A partir de entonces le orientó en lo que pudo, fue poco, porque era un hombre honrado. Pero para que le enseñaran los secretos del oficio que quería, le llevó a la casa carteristas y rateros competentes, hampones liberados de la cárcel, tres empleados de la alcaldía y a varios estafadores que buscaba la policía.

Pasaron los años, y el muchacho, más con pasta de estafador que de atracador, al hacerse adulto decidió irse a vivir a la capital para tratar de progresar forjándose un destino. Fue allí donde después de olfatear por todas partes decidió meterse en la política.

Su inserción fue fácil. Se inscribió en una de las alas del

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